Con el fin de la Segunda Guerra
Mundial sobrevino la ocupación y división
de Alemania por
parte de los
aliados y una
muy particular forma
de botín de guerra. Durante la primera mitad de la década del cuarenta, el Tercer Reich había
logrado mantener, y en muchas áreas intensificar, su superioridad científico-técnica
con respecto a las potencias
occidentales y la
Unión Soviética. Pero
si bien la captación de científicos alemanes en la inmediata posguerra
benefició principalmente a las nacientes superpotencias de la Guerra Fría, otros países
lucharon también por acceder a este reparto de hombres, secretos, planos y
prototipos. En nuestra región, tanto Argentina como Brasil, tuvieron una clara
política en este sentido, si bien cada una estuvo caracterizada por las
particularidades de sus gobiernos y de sus
relaciones con las potencias de ocupación, las que gestionaban las visas
para que los científicos alemanes
pudieran salir del país en busca
de mejores oportunidades de trabajo e investigación
La Argentina en el periodo
de Perón, cuya percepción estratégica es uno de los atributos que incluso sus
opositores no le niegan, acarició la
idea de convertirse en una potencia mundial a través de la importación y
desarrollo de modernas tecnologías
europeas. Mientras que numerosos artículos describen el éxito de la
influencia de los militares alemanes en el desarrollo de regimenes militares
autoritarios en América Latina, poco se ha investigado sobre las fallas de los
científicos alemanes en desarrollar industrias y tecnologías modernas, en
especial en Argentina.
El fracaso del desarrollo de
aviones jet (Pulqui I y II) en la Fábrica militar de Aviones
de Córdoba, por parte del ingeniero Kurt
Tank, y el fiasco del Proyecto de la isla Huemul sobre fusión nuclear en
frío, por parte del físico austríaco Ronald Richter, constituyen ejemplos que ilustran la enorme dificultad en
transferir tecnologías de una nación altamente industrializada como Alemania a
un país tradicionalmente rural y escasamente industrializado como lo era la Argentina a inicios de
la década del 50 como la
Argentina (Hagood, 2004).
El Departamento de Ciencias Geológicas del Instituto Nacional de Investigación de las
Ciencias Naturales.
Hasta mediados de 1946, bajo la dirección del Prof. Doello
Jurado la Sección
de Geología del Museo Argentino de Cs. Naturales estaba dividida en dos
secciones: la de Mineralogía a cargo de Romeo Croce, y Geología, bajo la dirección de Agustín
Riggi, Ya en la segunda mitad de 1946 con el Museo bajo la dirección de Riggi,
Geología pasó a ser el principal
Departamento de investigación con
numerosos laboratorios y fue quizás el período del INICIN y MACN
(1946-1955) en el que la Geología fue un área
prioritaria. En la actualidad (2013) es
un área casi inexistente, donde sus colecciones se alojan en muebles destartalados
del corredor del 3r.Piso y las investigaciones geológicas son muy escasas.
Parodiz y Balech (1992) (Pág.:60-65) brindan una
descripción detallada sobre el período de Croce y Riggi en el MACN previo a la
llegada de Riggi a la dirección del Museo, y de las relaciones profesionales entre
ambos. Según cuentan estos investigadores
“En el Museo, Riggi, hacía trabajos
técnicos para dueños de minas y otros, en realidad se los hacía, por lo menos
en buena parte, Croce, pero Riggi los entregaba y cobraba. Creo (E.B.) que en
el Museo hacía poco mas que eso, lo que significaba que su aporte para la
institución era casi nulo”.
El Departamento de Ciencias
Geológicas 1946 que había sido casi insignificante, pasó a ser el mas
desarrollado y con mayor cantidad de laboratorios y talleres de apoyo, lo que
demostraría el interés que tuvieron Riggi y el gobierno nacional en la
exploración y explotación de minerales estratégicos para la defensa nacional de
aquellos años.
A partir de 1947 en el
organigrama de la
Estructura administrativa del Instituto Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales,
Riggi había previsto la necesidad de contar con dos oficinas claves y novedosas
que dependían directamente de la Dirección General: la Oficina del Plan Quinquenal y la
Oficina de Problemas de Defensa Nacional (en
relación con los Recursos Naturales).
Según Parodiz y Balech (1992) en
“el Dto. de Geología trabajó como segundo Jefe, el Sr. J. R. Cuomo, que en
los años que estuvo en el museo, se especializó en investigaciones “top
secret”, al parecer se trataba de los yacimientos de uranio, lo que estaba
conectado con el colosal engaño de la fabricación de la bomba atómica, dirigida
por el físico Richter, en la isla Huemul, en el sur de Neuquén....”*
En Argentina la exploración geológica
en búsqueda de uranio había comenzado a fines de la década del 40 y se
sistematizó a partir de la creación de la Comisión Nacional
de Energía Atómica (CNEA) en 1950.
No es correcto afirmar que la
búsqueda de mineral de uranio fuera esencial para el proyecto de Richter, ya
que su proyecto de fisión nuclear no requería de ese mineral, que si fue
necesario, mas adelante, para el proyecto de fusión nuclear, que habría de
culminar con la generación de nucleoelectricidad al
comenzar en Argentina en 1974 con la entrada en operación de la central “Atucha
I “(Palamidessi, 2006).
La contratación de científicos europeos
Según minuciosamente describe
Meding (1999) en su libro, que es fruto de un trabajo de Tesis que él
presentara en la Facultad
de Filosofía en la
Universidad de Colonia, Alemania, el gobierno de Perón, una
vez derrotada la Alemania
nazi, hizo en Europa un esfuerzo
considerable para la contratación de científicos e ingenieros alemanes en
disciplinas que no existían en nuestro país, especialmente en Ingeniería
aeronáutica, hidroeléctrica y en ciencias naturales.
Al llegar a nuestro país, según
investigó Meding, los recién emigrados fueron distribuidos en distintos
organismos públicos “Mientras científicos
e ingenieros trabajaban para las fábricas militares argentinas, la mayor parte
de los científicos alemanes fue absorbida por las universidades e institutos
del país donde, a partir de su actividad profesional en Alemania, desarrollaron
un intenso trabajo científico en investigación y enseñanza. Los primeros de
ellos habían sido abordados directamente por la delegación argentina
establecida en Europa para la emigración al Río de la Plata, otros se habían
postulado ante las representaciones diplomáticas argentinas.
El estado financió el viaje y puso fondos a disposición para emplear a
dichos científicos de alto quilate de conformidad con su especialidad, lo que
en algunos casos resultó difícil, dado que en aquel entonces no estaban
representados en la
Argentina algunos de los campos de investigación de alta
especialidad y no se sabía que hacer con ellos”.
No queda claro si la creación del
Instituto Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales en 1948 por parte
de Riggi fue una medida expresamente tomada para dar cabida a los científicos
europeos que llegaban al país, o si ella fue producto de una decisión previa a
ese momento.
Meding esclarece en algo este
punto al afirmar “Así fue como el Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, reorganizado en su
momento por Hermann Burmeister, sirvió
para muchos como una estación intermedia. Su director Riggi, tenía excelente
relaciones con la Dirección
de Migraciones, de ahí que pudo practicar su propia política científica y
conseguir reagrupaciones familiares.
El director también supo aprovechar sus contactos con la autoridades
aduaneras para adquirir aparatos de
investigación del extranjero. Por ley se había dispuesto un aumento considerable del presupuesto del Museo ** (Ley 12901 (11/12/1946) Cámara de
Diputados), lo que en adelante puso en condiciones a la Dirección de posibilitar
que los recién llegados desarrollaran
una actividad científica por un período transitorio.
Con este fin se incorporó al Museo, como fundación nueva, el Instituto
Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales, que fue desglosado en
diferentes departamentos. En el Departamento de Zoología trabajaba el inminente
parasitólogo Lothar Szidat ***, en el Departamento Geológico el experto en
estratificaciones, doctor Sander, en el de Botánica investigaba la doctora
Buchinger, quien mas adelante pasó a la Universidad de La Plata. Después de
su trabajo para el Museo, el Dr. Fenninger obtuvo un cargo docente en el
colegio alemán Goethe y fundó un
instituto hidrológico.
El Instituto de Ciencias Naturales del Museo no limitó la incorporación
sólo a los alemanes. También engrosaron sus filas científicos rusos, croatas y
húngaros. En cambio la “lingua franca” que se utilizaba en el Instituto era el
alemán. A través del Museo, como distribuidor, los especialistas y científicos
europeos alcanzaron por fin puestos en universidades e institutos o se pasaron
al terreno de la economía”
Con respecto a la mencionada Ley
del año 1946, existe la siguiente referencia que echa un poco de luz sobre este
tema:
Esto fue facilitado por una ley
del año 1946 que dispuso un aumento considerable del
presupuesto del museo, asumiendo
el Banco Central de la
República Argentina (BCRA) la responsabilidad del pago de los
sueldos de los investigadores extranjeros contratados (cuando el museo no
tuviera partidas suficientes) y la decisión, no siempre favorable, del
otorgamiento de préstamos especiales para los que documentaran precariedad
económica extrema. En principio, estas franquicias habrían contado con el
respaldo de Perón, al menos por lo que se desprende de la correspondencia
oficial de Riggi con los funcionarios del BCRA. Si bien gran parte de los
científicos extranjeros eran alemanes y la lingua franca del instituto
era el alemán, también trabajaron allí científicos rusos, croatas y húngaros.(Mendoza
y Busala, 2006). Aunque tambien se menciona que el salario del Dr.Victor
Angelescu fue pago durante unos años por la Comisión Nacional
de Energia Atómica.
Otros científicos de gran valía,
fueron los doctores rumanos Zaharía Carpan Popovici y Victor Angelescu que fundaron
cada uno a su manera, los cimientos de la Biología Pesquera
en la Argentina..Ambos pasaron a formar parte, junto con numerosos otros intelectuales, de la comunidad rumana de 50000 expatriados en nuestro país que escaparon de la dominación soviética de su patria..
El Dr. Zaharia Carpan Popovici fue un
hidrobiólogo rumano de gran reputación en su país y luego en Argentina quien
junto con su colega Victor Angelescu
escribió la monumental obra “La
economía del mar y sus relaciones con la alimentación de la humanidad” de
1056 páginas, editada por el MACN en 1954. Mas tarde pasó a Hidrografía Naval para emigrar como oceanógrafo, después a Lima Perú , donde se desempeñó como profesor universitario.
El Dr. Víctor Angelescu
(1912-202), un doctor en Ciencias Naturales especializado en pesquerías
marinas, nacido en Rumania, finalizada la Segunda Guerra
mundial fue contratado por la Comisión Nacional de Energía Atómica ,pero con
lugar de trabajo en el Instituto y MACN, donde se desempeñó entre 1948 y 1955. Su
actividad en el MACN fue relevante en estudios sobre biología y alimentación de
peces detrictívoros, formando un pequeño grupo de trabajo en esa disciplina.
Entre 1949 y 1954 publicó cinco extensos trabajos. Más tarde pasó a trabajar al
Instituto de Biología Marina del Mar del Plata, actualmente el INIDEP de Mar
del Plata. Trabajó en la FAO,
Italia, y retornó al INIDEP, donde transcurrió el resto de su larga y fecunda
vida profesional.(López, Ehrlich y Gómez,2012).
El Dr. Victor Angelescu pasó del MACN al Instituto de Biología Marina de Mar del Plata, posteriormente INIDEP.
Parodiz y Balech mencionan que
entraron al museo una cantidad de científicos
extranjeros, “algunos fueron excelentes aportes a la ciencia argentina. Anotamos entre ellos
a dos rusos: el físico-químico M. Tashapeck...que hizo estudios de física del suelo,
especialmente de sus coloides. ...y el planctólogo E. Boltovskoy nacido en
Rusia, llegado al país en 1948, que recién pudo empezar a trabajar en el museo
en 1950”,
y con el pasar de las décadas se convirtió en una famoso especialista en
foraminíferos del Atlántico SO., que trabajo durante casi medio siglo en el
Museo, habiéndose incorporado al CONICET
en 1961.
El Dr. Esteban Boltowskoy , eminente especialista en foramíniferos (Foto cortesía de sus hijos).
Pero no todos los científicos
extranjeros aportaron por igual al Museo, al respecto afirmaron: “hubiese
sido afortunado que todos los científicos europeos que vinieron en esa época
hubiesen sido de calidad, si no igual, no muy inferior a la de los cinco que
mencionamos. Pero ni fue así; hubo varios que no aportaron nada o que fueron
descarados simuladores. Entre los elementos negativos hubo un húngaro, que
mientras estuvo en el Museo, sólo escribió
algunos artículos políticos. Un austriaco que apareció en estas tierras
como biólogo. Aunque no se sabe que en las suyas hubiese dejado investigación
alguna, tampoco dejó nada positivo en el
museo”.
Quien permaneció toda su vida
trabajando en el Museo, fue el Dr. Esteban. Boltovskoy (1912-1997), un
ruso-blanco que llegó a la
Argentina en 1948, (quien no habria sido contratado o contactado previamente por el Director del MACN ) pero que recién pudo entrar a trabajar en
el Instituto en 1950, y posteriormente
fue incorporado al CONICET para convertirse en el mejor
especialista de foraminíferos del país. Bajo su dirección se creó, lo que es
hoy en día, la
Colección Nacional de Foraminíferos, iniciada en 1958 , y que
en la actualidad cuenta con mas de 500.000 ejemplares identificados y
catalogados, que representan mas de 12.000 especies, planctónicas y bentónicas.
Los científicos europeos no permanecieron trabajando en el Instituto y
Museo.
De todos los científicos europeos
incorporados por Riggi al Museo e Instituto, solo dos permanecieron en ese
ámbito por el resto de sus vidas, Szidat y Boltowskoy, los demás emigraron
hacia nuevos lugares de trabajo, probablemente debido a que los salarios del
Museo eran bajos****, o no contaban con los elementos necesarios para
investigar adecuadamente. El esfuerzo llevado a cabo por Riggi, se podría decir
que no fue beneficioso para el Museo, pero quizás lo fue para el país.
La personalidad del director Riggi
Fue el ultimo director del Museo en el siglo pasado que
supo mantener contacto con las altas autoridades de la Nación y gracias a ello obtuvo
amplios presupuestos para el MACN, aunque luego, sus detractores lo acusaron de
haberlo malgastado y de haber perseguido políticamente a los científicos que no
compartían las ideas políticas de aquello época.
En la obra de Parodiz y Balech (opus cit) se aportan datos difíciles de verificar donde
se describen posibles orgías de Riggi, en un cabaret al que había asistido, a
pesar de estar casado.
Comentan que, como la Prof. Irene
Bernasconi, trabajaba en un laboratorio pared de por medio con el de E.B., al
escuchar ésta los relatos de Riggi sobre sus aventuras eróticas o cuentos
subidos de tono, ella le golpeaba la
pared y le gritaba “recuerde que estoy
aquí”.
Ambos autores son los primeros en mencionar los primeros
casos de corrupción conocidos en el MACN, quizás los haya habido en el pasado
previo al de Riggi, pero jamás encontré mención alguna al respecto,ya que
siempre ese tipo de información generalmente se oculta..
Notas:
* No hemos podido encontrar publicación alguna de autoría
de J. R. Cuomo, o referencias sobre su trabajo en el Instituto.
** En realidad fue un subsidio otorgado por única vez
por el monto de 300.000 pesos m/n.
*** El parasitólogo alemán Lothar Szidat
(1892-1973) ingresó al museo algo antes
que Boltovskoy, fue así el primer parasitólogo que trabajó en el MACN e INICIN
y dejó una amplia escuela de parasitólogos argentinos y creó la Colección Nacional
de Parasitología. Tuve oportunidad de conocerlo en la década de 1960 cuando
entré a trabajar al Museo y quedé sorprendido de su gran caudal de
conocimientos, aunque no ocultaba para nada su profundo antisemitismo, lo que
generaba, lamentablemente, serias discusiones con los invitados a la hora de
tomar el té a las 5.00 PM en la
División de Ictiología, a la cual él acostumbraba concurrir.
****Los bajos salarios en el MACN fueron una
constante a lo largo de sus 200 años de existencia. Este tema ya ha sido
analizado en otra nota. Lamentablemente este factor impidió retener a los
mejores, que emigraron a otras reparticiones del estado con salarios mas
elevados, hacia la industria o estimularon, a los que se quedaron, a realizar
trabajos para terceros en los laboratorios del Museo, tendencia que
lamentablemente en la actualidad no ha desparecido.
Bibliografía
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"New Argentina": The Migration of German Scientists and Technology
after World War II. Society History Technology Meeting Sept. 2004 (www.histech.nl/shot2004/programma/txt/hagood.asp?file=hagood
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La organización de la ciencia durante el peronismo (1946-1955). Revista da SBHC, Rio de Janeiro, v. 4,
n. 1, p. 18-33, jan | jun 2006.
Palamidessi, H.
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Argentino de Ciencias Naturales “B Rivadavia. …en pantuflas. Ed .Mimeo: 91pag.,
Bs. As.