Hugo P. Castello, 2013. MACN: en comisión en la Fundación de Historia
Natural "Félix de Azara".
La teoría de la cariocinesis,
las matemáticas y física
Gallardo
en su teoría de la cariocinesis utiliza conocimientos de física que bien pueden
deberse a la influencia de su formación inicial de ingeniero, esta última se
nota más claramente en varios trabajos donde utiliza las matemáticas para el
estudio de problemas biológicos. Los mismos se extienden de 1901 a 1910, y entre ellos
figuran los dedicados a las Matemáticas y la biología, la Fitoestadística , Sur
la preuve statistique de la loi de Mendel, que publicó en los Comptes
Rendus de l'Academie des Sciences de París, o a los Estudios matemáticos sobre
la herencia en el ganado vacuno. En sus años iniciales incursiona también en el
campo de la botánica, dedicando un número de trabajos a problemas de
teratología vegetal. Un resultado de sus observaciones sobre la enseñanza de
las ciencias naturales en Europa, fue la implantación de los trabajos prácticos
en la enseñanza de la zoología. Como la expresa en 1907, en un informe a la Universidad considera
que no debe recargarse la memoria del alumno con nociones verbales, sino
procurar por todos los medios habilitarlo para el trabajo original.
El nombramiento de
director del Museo
Con anterioridad, al fallecer en 1902 el
director Carlos Berg; Gallardo, que había sido señalado por su maestro como su
posible sucesor, apoyó para el cargo, ante el Ministro Joaquín V. González, a
Florentino Ameghino, quien fue designado y lo ocupó hasta su muerte en 1911.
Estando Ángel Gallardo en Paris y
al fallecer Ameghino, fue nombrado, el 12 de Diciembre de 1911, para sucederle
en la dirección del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Aceptó ese cargo, que
era tan de su gusto y en consonancia con sus estudios, pero puso una condición:
si el gobierno estaba dispuesto a edificar un nuevo museo, ya que el local que
entonces ocupaba era por demás estrecho e inadecuado.
Recuérdese, como, con
anterioridad a 1767, así esa esquina de Alsina y Perú, como toda la cuadra
sobre esa postrera calle no eran sino los depósitos de yerba mate, algodón y
tabaco, productos pertenecientes a las Reducciones de Guaraníes, y que estaban
ahí depositados para su venta. Allí, sin embargo, se instaló el Museo de Ciencias
Naturales; en una época (mas reciente) estuvo allí la Facultad de Ingeniería y todavía
hoy se allá allí la de Arquitectura.
Gallardo regresó de Europa el 11
de abril de 1912 y a los pocos días tomó posesión de la Dirección del Museo. Al
año siguiente, el 24 de marzo de 1913, fue designado miembro correspondiente de
la Sociedad
Científica “A. Aluzate” de México y, poco después, se lo
nombró presidente de la primera Reunión Nacional de la Sociedad Argentina
de Ciencias Naturales, a celebrarse en Tucumán.
Al hacerse cargo del Museo
Nacional de Ciencias Naturales, el día 16 de abril de 1912, éste no era sino un
amontonamiento de objetos abarrotados en un edificio inadecuado, que, decían,
amenazaba ruina. Felizmente no era así, y una vez arregladas las azoteas, las
viejas bóvedas se secaron y el edificio siguió prestando servicios.
El interés por las hormigas
Caricatura de Cao, en la que Ángel Gallardo está
parado con hormigas a sus pies, Revista “ Fray Mocho” del 9/6/1916.(Cuenta de las hormigas cosas muy raras y curiosas.
Sino le agradecen como amigas, serán unas ingratas las hormigas!!.)
Retrato de Ángel Gallardo en 1916: Presidente del Consejo Nacional de Educación (Caras y Caretas: 30/12/1916)
Desgraciadamente, las colecciones
pertinentes que había entonces en el museo del que era ahora director, eran
pocas y muy incompletas. Era manifiesto que las hormigas. Que tanto le habían
interesado a él, desde su niñez, no habían interesado mayormente ni a los
naturalistas dependientes del museo.
Intensificar su estudio y obtener
que el museo contara con un edificio adecuado fueron
entonces sus dos objetivos.
Felizmente, la bien abastecida
biblioteca del museo le brindó las mejores obras sobre estos formícidos. Incluso
los escritos por el jesuita Wasmann,
Sobre las hormigas dejó un conjunto de publicaciones "Las Hormigas
de la República
Argentina " que inicia en 1916, aspirando a realizar la
revisión general de la familia en nuestro país. No pudo cumplir con su ambición
como era su deseo y como lo confirma el material que dejó al fallecer.
Un hecho
revela el interés que tenía por los estudios mirmecológicos. Cuando en 1927
siendo Ministro de Relaciones Exteriores y Culto pasa por Madrid, la Real Academia de
Ciencias Exactas Físicas y Naturales lo recibe en una sesión. Para responder al
saludo de la misma, preguntó a su Presidente, el Dr. José Rodríguez Carracido,
si era preferible un discurso o una memoria científica. Como le aconsejara la
segunda, improvisó una disertación sobre mirmecología argentina, que duró algo
menos de una hora y como relata Ángel Cabrera, fue escuchada sin cansancio por
el auditorio y premiado por calurosos aplausos.
Recorte del diario “La Razón ” (5/09/1911) con una caricatura
de Gallardo armando un esqueleto, el autor del texto felicita a las autoridades
nacionales por sus designación.
El local del Museo
En relación con el local del
museo pidió una audiencia con el señor presidente. Le recordó cómo él había
aceptado esa dirección con la expresa condición de que el gobierno le
secundaría para dar al museo un local amplio, en el que las colecciones
pudieran tener una adecuada ubicación. Como el gobierno prometió secundar esas
pretensiones, Gallardo, consideró como un hecho, a breve plazo, el magnífico,
aunque futuro local, donde “podrán
exhibirse, como escribía él, dignamente
los tesoros de nuestro museo, que hicieron de él, en época no muy lejana uno de
los mas interesantes del mundo, y habrá sitio para alojar las colecciones
particulares de Ameghino, a la sombra de la estatua que perpetúe materialmente
su memoria.
La instalación del
museo en un local adecuado, agregaba Gallardo, ha sido la constante preocupación de los directores Berg y Ameghino. Por
mi parte, aun descuidando toda obra científica personal, he de concentrar especialmente
mi esfuerzo en obtener la translación del museo a un edificio digno de su
importancia, de manera que sea posible continuar la investigación metódica de
nuestras riquezas naturales, y realizar, por fin, los propósitos sociales de
instrucción general que corresponden a u n museo moderno, el cual constituirá
en su conjunto, el mejor monumento que el país puede elevar a las ciencias
naturales y a quienes en su cultivo se ha inmortalizado.
En su afán de dar a
conocer los antecedentes relacionados con la fundación del museo, escribió y
publicó en La Nación
(27/5/1912), un sabroso artículo. A continuación de una reseña histórica, en la
que Gallardo manifestaba lo que sería el nuevo edificio, según los planos que
ya tenía confeccionados.
En 1915 volvió sobre el tema en
los Anales del Museo (2) y acompañó con planos la descripción y distribución en
las diversas salas del enorme material ya existente, y en gran parte
encajonado.
Se contaba ya con un terreno muy
a propósito, colindante con el Jardín Botánico, pero la situación creada por la
guerra en Europa (que estalla en 1914) y la enfermedad y posterior
fallecimiento del Sr. Presidente Sáenz Peña, y ciertas dificultades surgidas de
la forma en que se había hecho la licitación para la construcción del magnífico
edificio, fueron dilatándola en forma indefinida, y todas las empeñosas
gestiones del doctor Gallardo, se estrellaban contra la dura piedra de la
general indiferencia, con respecto a obras culturales.
Vieja tragedia, iniciada en 1810,
y que aun persiste, aunque algunos pocos hombres de fibra energética han sabido
superar esa indiferencia tan generalizada.
Tan decepcionado llegó a estar el
Dr. Gallardo al comprobar el pensar y sentir de los hombres que habrían podido
ayudarle, que el 10 de Noviembre de 1914 presentó la renuncia a la dirección
del museo. Ella no fue aceptada y el gobierno prometió ayudarle, en cuanto le
fuera posible, una vez superadas las angustiosas circunstancias del momento. Aun
más, le ofreció varios edificios contiguos que eran fiscales, sitos en las
calles Bernardo de Irigoyen, Moreno y Lima, frente a la plazoleta Montserrat,
para que allí pudiera poner en forma menos inadecuada una buena parte del
museo, y además, se le proporcionaron los necesarios recursos para habilitarlos
y amueblarlos. El Dr. Carlos Ibarguren, que era entonces ministro de
Instrucción Pública, tenia demasiado alto concepto para dejar al museo en la
mísera situación en que se hallaba. Al año (1916) celebraría el país el primer
centenario de su Independencia y
vendrían personas de América y Europa, deseosas no pocas de visitar el museo, y
sería afligente decirles que estaba clausurado por falta de local.
Del viejo edificio de las calles
Perú y Alsina trasladó el doctor Gallardo a los mencionados edificios fiscales
la dirección, la biblioteca y varias secciones como las de Mineralogía,
Entomología, Malacología, Botánica y Arqueología...
No era el ideal, pero era un
progreso, y hasta 1934, año que se trasladó el museo a su habitual ubicación en
Parque Centenario, allí estuvo, prestando excelentes servicios asa los
estudiosos y recreando sabiamente a los curiosos.
Pero a esas mejoras externas
correspondieron otras internas que deben recordarse. Así,
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