miércoles, 12 de diciembre de 2012

Parte Ia. La rebelión de los paleontólogos de la calle Perú en 1930.

Hugo P. Castello, 2012.  MACN: en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".

Cuatro relatos e interpretaciones de la rebelión: Antecedentes.


Introducción

Cuatro son los relatos que hemos hallado sobre la rebelión que se desencadenó en el Museo Nacional, cuyo máximo exponente fue Lucas Kraglievich,* joven paleontólogo sobre el cual se ha escrito mucho, y a quien nos habremos de referir  aparte.
1º.) El primero de los relatos, y por cierto muy detallado, fue escrito un año después de la muerte de Kraglievich por su hermano, Nicolás Teófilo Kraglievich en 1933, en forma de opúsculo  al que lo tituló “Yo acuso”, parafraseando el caso famoso en Francia, donde el escritor Émile Zola publicó “J'Accuse, un alegato en favor del militar francés  Dreyfus en 1898 en contra del estado francés. Por ser demasiado extenso (51 páginas), trataremos de sintetizarlo, lo mas fielmente  posible en una nota aparte (Parte II)...



Portada del opúsculo "Yo acuso", autor: Nicolás Teófilo Kraglievich (ENOLA´H),  1933: 54 pp. La Plata.

2º.) El segundo de los relatos fue realizado por Parodiz y Balech (1992) quienes trabajaron en el Museo bajo las órdenes del Prof. Martín Doello Jurado, en aquel momento Director del Museo. El Prof. Enrique Balech, oceanólogo, que se graduó de profesor de ciencias naturales en 1937 aparentemente no habría llegado a conocer a Lucas Kraglievich, y de  la lectura del capítulo referido a Kraglievich pareciera que José Parodiz que trabajó  en 1930 en el Museo tomó partido por Doello Jurado, que era su jefe. A los tres les interesaba la biología marina y resulta evidente que Parodiz y Balech  apreciaban a Doello Jurado.
3º.) El tercer relato es el del paleontólogo Tonni et al (1999) que reproduciremos a continuación, quien  atribuye en pocas palabras, la rebelión al hecho de que Kraglievcih aspiraba a ser director del Museo

4º.) El cuarto análisis de los hechos y  mas reciente fue realizado por José Luís Muñoz Azpiri (h) en el 2010, toma información de “Yo acuso” y  le da la razón al paleontólogo.

Los tres últimos textos por su brevedad los reproducimos a continuación.

1º.) Yo acuso por Nicolás Teófilo Kraglievich en 1933 (ver síntesis en parte II).
2º.) La Rebelión de la calle Perú del año Treinta (J. J. Parodiz), Capitulo II.: páginas 18-19. Extracto parcial de “El Museo Argentino de Ciencias Naturales “B. Rivadavia” en pantuflas” (1992).
 “Esta rebelión no fue repentina sino que estuvo incubándose largo tiempo. Su estallido se vio favorecido por la revolución del General Uriburu, con su secuela de persecuciones y cesantías.
El cerebro de esta rebelión alojada en la revolución nacional que depuso al presidente constitucional H. Irigoyen, fue el Ing. Lucas Kraglievich. Probablemente desde la misma asunción de Doello Jurado, Kraglievich fue desarrollando una campaña persistente e insidiosa en contra de aquel.
Kraglievich era considerado el sucesor de Ameghino y pontífice de la paleontología rioplatense. Antes del nombramiento de Doello, él esperaba ser el director del Museo. Por eso cuando se produjo esa designación en el cargo que él consideraba que le pertenecía, su frustración y la de algunos que le rodeaban, fue grande. El hecho consumado, es decir el nombramiento de su rival, no mató sus aspiraciones, mas bien las exacerbó. Así fue como en el relativo aislamiento del local de la calle Perú, se fue desarrollando un rencor autoalimentado, y se concretaron acusaciones falsas y hasta absurdas para conseguir la separación de Doello Jurado. Esta campaña se ligó con algo totalmente ajeno a la dirección del Museo  El campo paleonto-antropológico estaba divido en relación con la estratigrafía, desde la gran polémica en la Asociación Argentina de Ciencias Naturales en el año 1929, que había durado tres largas y encarnizadas reuniones. La contienda fue entre el grupo ultra ameghinista-aquellos que se consideraban los legítimos herederos de Ameghino, con Kraglievich a la cabeza, contra los moderados pero irreductibles, como el tenaz Joaquín Frenguelli  .Ese debate quedó sin solución hasta muchos años mas tarde.
Doello también era “ameghinista” sincero pero no fanático, además aunque se ocupaba de paleontología de invertebrados, era ante todo, un biólogo. Su designación después del viaje a Europa, que incrementó su prestigio, permitió que las actividades científicas de la institución fueran más balanceadas. Su propósito fue dar a todas las disciplinas las mismas oportunidades, lo que estuvo especialmente reflejado en las Memorias del Museo de 1924. Las secciones fueron aumentando su personal en la medida que lo permitía el magro presupuesto.
La reacción de los paleontólogos tradicionales fue creciendo y después de la revolución del 30 estalló una intensa campaña periodística y en gestiones políticas, así como en un manifiesto que firmaron  Kraglievich, el paleontólogo amateur Carlos Rusconi (quien después fue el director del Museo de Mendoza), Lorenzo Parodi, hijo del que había sido coleccionista de Ameghino en Miramar, y otros simpatizantes que no pertenecían al museo. En el museo firmaron, aunque con reticencias, el ornitólogo Roberto Dabbene y el mineralólogo Enrique de Carles. Fuera del museo tenía aliados como el Director del Museo Etnográfico. Ese grupo consideraba que el fomento de otras actividades científicas era una traición a la historia del Museo, que casi desde el principio, pero sobre todo después de Burmeister y de los Ameghino, fue prestigioso y conocido mundialmente por sus colecciones e investigaciones paleontológicas. Se alegaba que las publicaciones del museo no aparecían con la regularidad deseada y que los autores con producción ininterrumpida, Kraglievich especialmente, debían recurrir a órganos ajenos a la institución para hacer conocer sus investigaciones.  A Doello mismo se le reprochaba no haber publicado bastante en su especialidad, como si no tuviese capacidad científica. Llegaron hasta la ridiculez de denigrar a otras personas, como a Pedro Serié, por ocuparse de cosas repugnantes como reptiles.
Los conspiradores utilizaron los ordenanzas para distribuir manifiestos y mensajes, con promesas de ascensos.
Doello Jurado se defendía con notas “especiales “  en los diarios, particularmente en “La Fronda
”, que, en esos días de alboroto patriotero, tenía mucha influencia. Aunque la intriga se desarrollaba en la casa de la calle Perú, Doello estaba, generalmente, prevenido de lo que se tramaba; es posible, aunque no hay evidencia, del mayordomo de esa local, Luís Chillida, quien no estaba confabulado, haya cumplido una misión de fidelidad.
La conspiración falló, aun dentro de un régimen gubernamental que no se medía en el uso de la guadaña, más que nada por la exageración y lo absurdo de las acusaciones. Por su parte Doello tuvo el apoyo de personas de influencia, como Antonio Sagarna, que resultó Ministro de Instrucción Pública, y del general Justo, hombre de la Revolución y poco después candidato a Presidente de la República y, a la postre, Presidente; ambos eran coprovincianos y condiscípulos de Doello Jurado También tenía el apoyo de una persona de gran prestigio tradicional, como el Dr. Ángel Gallardo quien, además era uno de los que favorecieron su nombramiento.
Terminada la crisis, Kraglievich tuvo que exilarse en el Uruguay, donde “paleontólogos” amigos hasta formaron una sociedad a su favor. Dabbene y de Carles fueron perdonados por Doello a causas de sus edades y por que se sabía que habían sido presionados. Carlos Rusconi, quien colectaba moluscos pleistocenos en las excavaciones del subterráneo Lacroze y venía al museo para comparación de ese material con las colecciones del MACN fue notificado por Carcelles que era “persona non grata”, yo estaba presente cuando él dijo “Muchas gracias Carcelles”, se fue y no lo vimos más.  Lo curioso es que 25 años después, cuando yo estaba en el Carnegie Museum y él era director del museo de Mendoza y describía dinosaurios, me escribió y me envió algunos de sus trabajos….
Habiendo eliminado la oposición y ya en aprontes de trasladar todo lo del barrio de Montserrat a la parte ya construida en el Parque Centenario, Doello inauguró una nueva era que fue la mas fructífera en actividades científicas de toda índole, que duró 15 años.
De la frustrada rebelión los que salieron triunfantes en mayor grado (aparte de Doello Jurado,  por supuesto) fueron: el paleontólogo Alejandro Bordas, el Jefe de Mastozoología, José Yepes, que parecía estar en todas partes y el arqueólogo Eduardo Casanova.
En paleontología comenzó una era de reemplazo de la de Kraglievich. Alejandro Bordas, nuevo jefe de paleontología, reorganizó por completo la sección, con la ayuda de la Dra. Noemí
Cattoi. Paleontologia pronto salió de Perú y se instaló donde está ahora, en el subsuelo del cuerpo central del nuevo edificio... Ellos ordenaron lo de la colección Ameghino que todavía andaba guardada en grandes cajones.
Además a Bordas, en esos momentos, le vino como anillo al dedo la expedición Scarritt del Dr. Gaylor Simpson, que aclaró errores y terminó con la estratigrafía de Kraglievich. En esa época Simpson no había alcanzado aun la cumbre en paleontología, pero ya era un especialista de mucho prestigio y en su colaboración Bordas aumentó el suyo; él y Alberto Da Fonseca viajaron con  “Sinson” (como decía Bordas) a Patagonia. Simpson dejó en el museo unos gasterópodos terrestres del Eoceno para que Doello los estudiara, pero éste nunca se hizo tiempo y, finalmente, los estudié y publiqué en 1946.
 En su relato de viaje a Patagonia el norteamericano cuenta su experiencia personal con la revolución de Uriburu y sus corridas por la avenida de Mayo, relato donde no dejó de meter algún pintoresquismo desubicado como cuando pone en boca de la gente sonoros “Olé”!!!........ el texto continúa en la página 20.

Lucas Kraglievich en Miramar, el 3o. a la izquierda, de campera, boina y zapatos blancos con un cigarillo en la mano. Lorenzo Parodi, sentado arriba . Foto Archivo MACN del 26/3/1928.

3º.) Kraglievivch y Doello Jurado: acusaciones, según Tonni,et al, 1999)

“Doello Jurado será protagonista impensado de un episodio poco feliz y mal interpretado que afectó al desarrollo de la paleontología en la Argentina. Es común en el ambiente paleontológico argentino asumir que la actividad de Lucas Kraglievich y algunos de sus colegas en el museo de Buenos Aires, como Lorenzo J. Parodi, Carlos Rusconi (1898-1969) y Alfredo Castellanos (1893-1975), fue interrumpida por el golpe militar de 1930. Sin embargo, esto es sólo parcialmente correcto. Doello Jurado fue designado director del Museo de Buenos Aires por decreto del presidente Alvear, refrendado por su ministro de Justicia e Instrucción Pública, Antonio Sagarna. En 1928 el gobierno de Hipólito Irigoyen confirmó a Doello Jurado como director, cargo al que Kraglievich se consideraba con méritos suficientes para desempeñar pues, como se dijo, había remplazado como jefe de sección y director interino a Carlos Ameghino. Producido el golpe de 1930, Kraglievich y dos de sus colaboradores, Rusconi y Castellanos, hicieron una presentación formal ante el Ministro de Instrucción Pública y Justicia del dictador José Félix Uriburu, con severos e injuriantes cargos contra Doello Jurado. El ministro, Ernesto S. Padilla, desechó las imputaciones y confirmó a Doello Jurado, lo cual provocó la renuncia de los tres citados. Lorenzo J. Parodi se plegó a los denunciantes a través de una nota y como era el único que revestía como personal de planta del museo, fue exonerado” (Tonni et al., 1999).


4º.) Lucas Kraglievich (1886-1932) Extracto parcial de la nota de Azpiri (2010)

….. A lo largo de la década del 20 la Atenas del Plata - como gustaban llamarla los hombres de la generación de Ameghino - fue embelleciéndose. Buenos intendentes, como Carlos Noel y José Luis Cantilo, hicieron una labor edilicia trascendente, acompañados por consejos deliberantes que, por el nivel de algunos de sus integrantes, eran como un Congreso en miniatura. Se terminaron de construir edificios públicos como el Correo Central, se restauró la Catedral, se ampliaron los hospitales Muñiz y de Clínicas, se erigió el monumento al general Carlos de Alvear y en 1925 se colocó la piedra fundamental del actual edificio de Parque Centenario. Todo preanunciaba el comienzo de una era en la que, junto con la prosperidad económica y la serenidad del debate político, la ciencia argentina descollaría junto a la de los países más avanzados. Mas los acontecimientos posteriores fueron ingratos y la realidad tuvo el sabor de la ceniza. Desde 1923 detentaba la dirección del Museo el Prof. Martín Doello-Jurado, cuya administración, desde su comienzo, mantuvo un permanente conflicto con la planta científica. Esta áspera situación desembocó en la presentación de un memorial de 24 cargos ante el Ministro de Justicia, Dr. Ernesto Padilla, con fecha 27 de octubre de 1930. Vale la pena recordar que la producción científica realizada con materiales paleontológicos por Lucas Kraglievich entre 1928 y1931 (sin contar los que no les fue posible publicar en ninguna parte), puede resumirse así: Anales del Museo Nacional: 2 trabajos;  Sociedad Científica Argentina: 9 id., Physis: 13 id.; Rev. del Museo de la Plata: 3 id., Rev. de Arqueología de Montevideo: 3 id.; Semana Médica: 1 id.; Rev. del Centro Positivista: 1 id.;.
En total, 32 trabajos de los cuales sólo 2 el Museo se dignó a publicar. Esta, sumada a otras ofensivas situaciones motivó que el nombrado, junto a los estudiosos Carlos Rusconi, Lorenzo Parodi, Héctor Greslebín, Alfredo Castellanos, P.M. de la Croix, Alfredo Steullet  y Enrique Deauthier, resolvieran presentar cargos ante la Justicia. Lejos de instruirse un sumario para investigar la veracidad de las imputaciones, se instrumentó una campaña de desprestigio hacia Kraglievich, acusándolo de elemento disolvente y comunista, lo que motivó la renuncia colectiva de los nombrados. Algunos, para subsistir, tuvieron que desempeñarse como guardadores de fieras en el Jardín Zoológico; otros, cuando finalmente la Justicia acepto la legitimidad de los reclamos, fueron reincorporados en el escalafón de ordenanzas.
Kraglievich eligió el amargo camino del destierro. Es que deseaban para el sabio probo el destino de Narsés, el general de Bizancio, cegado y obligado a mendigar ante las murallas de Europa.
Estos sucesos, fueron publicados en un relato publicado los Talleres Gráficos  Olivieri y Domínguez de la Ciudad de La Plata, por su hijo (su hermano Nicolás Teófilo, (H.P.C.))  en 1933, en un opúsculo sugestivamente titulado Yo Acuso”.

Nota:
* Con posterioridad su hijo, Jorge Lucas Kraglievich trabajó y publicó en paleontología en el MACN, en la década de 1950. Llegó a colaborar con el paleontólogo  Osvaldo Reig., cuyo primer artículo científico en 1945 fue en coautoría con Jorge Lucas.

Bibliografía
Azpiri, J. L. M. 2010. Lucas Kraglievich (1886-1932). www.agendadereflexion.com.ar.../ N° 684 - lucas -kraglievich -1886-1932.
Kraglievich, N. T. 1933. Yo acuso.  [S.l.]: Olivieri y Dominguez, 1933: 54 pp., La plata.
Parodiz, J. J. y E. Balech. 1992. El Museo Argentino de Ciencias Naturales “B. Rivadavia” en pantuflas, copia mimeografiada: 90 pp. Buenos Aires
Tonni, E. P. y Pasquali, R. C., 1999. El estudio de los mamíferos fósiles en la Argentina. Ciencia Hoy 9: 22-31.
Tonni, E. P., A.L. Cione y M. Bond. 1999. Quaternary vertebrate palaeontology in Argentina. Now and then. En: E.P. Tonni and A.L. Cione (eds.), Quaternary vertebrate paleontology in South America. Quaternary of South America and Antarctic Peninsula 12: 5-21.
Tonni, E.P. y Tonni, A. 2001. Patrimonio paleontológico y arqueológico. Consideraciones sobre la integración del patrimonio cultural. Museo 3: 23-29.


Obras referidas a la vida y producción científica de Lucas Kraglievich
 Devincenzi, G. J. 1932. El paleontólogo L. KraglievichSus trabajos en el UruguayAnales Museo Historia Natural Montevideo (23: II-VIIIMontevideo.
Fontana, M. A. 1931. La notable obra geopaleontológica del Profesor Lucas Kraglievich. Revista Sociedad Amigos de la Arqueología. 5 231-261. Montevideo.
Kraglievich, N. T. et al. 1936. Sus amigos a Lucas Kraglievich. In memoriam. Pp. 1-118, 3 láms. Talleres Gráficos Ferrari, Buenos Aires.

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