Texto
compilado por Hugo P. Castello, 2013.
MACN: en comisión en la Fundación de
Historia Natural "Félix de Azara".
Ciencia Hoy: Volumen 8 - Nº47 - Julio/Agosto 1998
Durante una expedición al Chaco, el fotógrafo Lucio Correa morales tomó esta fotografía, en la que aparecen Ameghino (izquierda), Eduardo L. Holmberg (de pie) y Federico Krutz (derecha con una copa en la mano).
Por
otro lado, Ameghino pasó rápidamente a ser un personaje de los libros de
lectura, de educación moral y cívica publicados por editoriales argentinas, los
cuales empezaban a ser escritos por los maestros normales o profesores de las
secciones pedagógicas universitarias locales. Ernesto Nelson, profesor de la Universidad Nacional
de La Plata ,
fue uno de los primeros en incluirlo en un libro de lectura como ejemplo de
conducta y de hombre virtuoso e independiente, recurriendo a parábolas morales
al estilo de los catecismos cívicos (ver "Ameghino como
ejemplo moral y cívico"). En 1913, José María Aubin, maestro
normal cuyos textos tenían gran éxito en la editorial Estrada, había incorporado
a Ameghino en Destino, cuarto libro de lectura, como símbolo de "una gran
vida y un noble ejemplo". Allí Aubin resumió la biografía escrita por
Ingenieros, a la vez que presentaba su vida y obra, emparentándolo con Belgrano
a partir del suelo de sus antepasados: la tierra de Oneglia, en la provincia de
Génova. A la enumeración de todas sus publicaciones -en el orden y en el
momento biográfico en que aparecieron- le sigue el significado que tales obras
tuvieron, en tanto la mayor gloria que le otorgaban progresivamente a la
ciencia argentina. Pero ya antes de su muerte, el tópico del autodidactismo de
Ameghino apareció en los libros de metodología normal: en 1908, Senet definía,
en sus lecciones para los maestros, las formas de educación. La primera, es
decir la individual o espontánea, correspondía a la que se dan a sí mismos los
talentos, los genialoides y geniales. Los tres ejemplos históricos eran,
Valentín Duval, Ameghino y Sarmiento.
Un
aspecto particular del culto a Ameghino surge al comprobar que este fue
disputado como padre fundador no sólo por los docentes, sino también por varias
asociaciones profesionales y adscripto a gremios con los que el
"sabio" tampoco se hubiese identificado. Así, en la reseña
necrológica de La
Vanguardia , Ameghino aparece como ferroviario, el gremio
paradigmático del partido socialista argentino. Ricardo Rojas, a su vez, lo
consideró como piedra fundacional de la tradición moderna de la literatura
argentina y la Revista
de Filosofía de José Ingenieros publicó fragmentos del "Credo" de
Ameghino transformándolo en filósofo. El grupo "Ars" de La Plata manifestó que el
monumento que el gobierno pensaba erigirle a Ameghino debía ser realizado por
Rogelio Yrurtia, esgrimiendo que la argentinidad del sabio sólo podía ser plasmada
por un artista que por comunidad de suelo supiera interpretar este espíritu. El
grupo "Ars" atacaba los proyectos -que como el del monumento a la
independencia nacional- habían sido encargados a escultores extranjeros. En
suma, a fines de la década de 1910 existía en la Argentina una corriente
que fue llamada "ameghinismo" basada principalmente en el culto al
"santo laico" y en la difusión de su doctrina. La empresa de probar o
refutar sus hipótesis o demostrar su nacimiento en Luján congregó a periodistas,
científicos, militares, políticos, sacerdotes, durante los veinte años que
siguieron a la muerte de Florentino Ameghino.
En
1916 surgieron controversias desde el Seminario de El Salvador, el "Ateneo
del Plata", la casa editorial Alfa y Omega, y la revista Estudios, dirigida
por Attilio dell'Oro Maini y Gustavo Martínez de Zuviría a través de
conferencias, sucesivos artículos y publicaciones. Muchas de las críticas las
firmaba el Padre José María Blanco, profesor de Historia Natural en el
Seminario, que -a veces- publicaba con el seudónimo de Graco Nebel. El blanco
principal fue el proyecto sostenido por los socialistas en La Vanguardia y
en las cámaras de la provincia de Buenos Aires para construir el centro de
peregrinación de la juventud en la casa natal de Ameghino. Su nacionalidad fue
cuestionada: mientras los católicos insistian que había nacido en el Reino del
Piamonte, los socialistas respondieron argumentando que semejante infamia tenía
su origen en un viejo ataque de Ameghino al culto de la Virgen de Luján.
El
Padre Blanco también se encargó de difundir las criticas que se publicaban en
revistas científicas francesas y estadounidenses sobre la obra de Florentino y
Carlos Ameghino, referidas a la antigüedad de los hallazgos de la costa
atlántica bonaerense. Recordemos que entre 1918 y 1919 Carlos Ameghino
-director interino del Museo Nacional en el período 1917-1923- se había
convertido en difusor de las ideas de su hermano respecto de la existencia del
hombre mioceno de las pampas y presentó la evidencia a la Sociedad Physis.
Carlos Ameghino creía que mientras Europa se hallaba habitada por una raza
inferior, la de Neandertal, América estaba poblada desde antes o
contemporáneamente por una raza de hombres que, a juzgar por el instrumental
encontrado en Miramar, sólo era comparable al Homosapiens. Blanco, por
su parte, trataba de convencer a sus lectores de una especie de conjura en el
país para evitar el reconocimiento de los errores del sabio y engañar a los
docentes, combinando estos argumentos con la crítica a ciertas ideas
evolucionistas. Cierto era que las investigaciones de los continuadores de
Ameghino eran objeto de controversia y de duda y que, en el marco de la
geología y la antropología, este debate era gobernado por el fantasma del consagrado
sabio nacional. En 1921, uno de los artículos de Blanco atacó directamente al
corazón del ameghinismo: calificando los hallazgos presentados por Carlos
Ameghino y su ayudante Parodi como farsa y mistificación, le exige a la
comunidad de científicos que tome posición en el asunto. Eric Boman, un
arqueólogo sueco radicado en Buenos Aires, responde y llama a discutir en el
seno de la ciencia, dejando de lado los aspectos sensacionalistas sobre
Ameghino y el falso orgullo por poseer los hallazgos más antiguos.
Finalmente, el 26 de julio y el 2 de agosto de 1924, la Sociedad Argentina
de Ciencias Naturales convocó a discutir una nueva interpretación de la edad de
los estratos. Al debate metodológíco entre paleontólogos y estratigrafos se
unieron las impugnaciones acerca de la legitimidad de los científicos
extranjeros a insertarse en la tradición de investigación nacional fundada por
Florentino Ameghino. En las sesiones hubo acusaciones de xenofobia
"acentuada con la amenaza moreiresca o el desplante arrabalero", de
querer erigir la memoria de Ameghino en símbolo de nacionalidad y de utilizar
argumentos efectistas. La clausura del tema quedó garantizada no sólo por la
jerga científica, sino también por el traslado de las investigaciones a zonas
donde fuera geológicamente más fácil determinar la edad de los estratos.
El culto a Ameghino, sin embargo, ya tenía garantizada su
independencia. La industria del texto escolar reprodujo su biografía por
décadas, al igual que algunas de las anécdotas sobre la modestia del sabio
quedaron acuñadas por siempre en las revistas para el público infantil. El
ameghinismo tuvo otros momentos de auge. El segundo sucede alrededor de 1936 en
el 15° aniversario de su muerte, con un nuevo enfrentamiento entre católicos y
socialistas. El tercero culmina en el Congreso Mundial Ameghiniano de 1954
realizado en Luján, San Antonio de Areco, Mercedes y Mar del Plata. Fue
entonces cuando la figura de Ameghino se tomó un héroe patagónico y la
identidad de los dos hermanos se fundió en un solo personaje. El centenario del
nacimiento de Ameghino se festejó no sólo en Luján: en efecto el 6 de
septiembre de 1954, como parte de los primeros pasos hacia el fortalecimiento
de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y la Unión Soviética ,
el sabio laico argentino fue homenajeado en los salones del Museo Politécnico
de Moscú. Organizada por la
Sección Ciencias Naturales de la Sociedad de Relaciones
Culturales con el Extranjero y por el Instituto de Paleontología de la Academia de Ciencias de la URSS , la sesión estuvo
presidida por el retrato de Ameghino y por el embajador argentino Leopoldo
Bravo. Las biografías y los elogios acuñados hacía cuarenta años se repitieron
para celebrar esta vez, el futuro de amistad internacionalista a través de la ciencia.
PEREGRINACIÓN
ALA TUMBA DEL
SABIO
A
"Por la tarde se realizó la visita de los estudiantes
bonaerenses. Una presentación numerosa de los distintos colegios nacionales
llego a La Plata
en el tren de la una, para trasladarse a la necrópolis y reunirse allí frente a
la tumba del sabio. Fueron recibidos en la estación por un grupo de estudiantes
del colegio Nacional que, con ellos se trasladaron al cementerio en tranvías
expresos.
Frente al panteón de la Asociación de Maestros
donde se guardan los restos de Ameghino, se congregaron alrededor de
trescientas personas ... Terminado este de acto los estudiantes visitaron las
aulas, laboratorios e internados del Colegio Nacional"
El Día, La
Plata ,7 de agosto de 1913,página 4
HIMNO FLORENTINO AMEGHINO.
HIMNO OFICIAL DELA
UNIVERSIDAD
FLORENTINO AMEGHINO
HIMNO OFICIAL DE
FLORENTINO
Letra de Marcos J. Ferraris
Música de Samuel Casarino
Música de Samuel Casarino
Primera parte
Tu nombre es el lema, ilustre Ameghino
que ostenta y aclama,la
Universidad.
Y es timbre de gloria, del pueblo Argentino
que esculpe en el bronce, dela
Eternidad.
Tu nombre es el lema, ilustre Ameghino
que ostenta y aclama,
que esculpe en el bronce, de
Segunda Parte
Los hombres y niños, que van a las clases,
do guardan su efigie, con creciente amor,
son hijos del pueblo, y aprenden las bases,
que forman patriotas de arraigo y honor.
Los hombres y niños, que van a las clases,
do guardan su efigie, con creciente amor,
son hijos del pueblo, y aprenden las bases,
que forman patriotas de arraigo y honor.
Coro
Maestros y alumnos: unidos marchemos,
cantando al gran sabio, con aire marcial.
Vivemos su nombre: con ansia entonemos
Maestros y alumnos: unidos marchemos,
cantando al gran sabio, con aire marcial.
Vivemos su nombre: con ansia entonemos
Un himno de gloria, viril, y triunfal.
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