martes, 15 de septiembre de 2020

TAXIDERMIA: Los progresos de la taxidermia (en 1940)


     Manuscrito no publicado: fecha probable entre fines de  la década de 1930e       
     inicios de 1940
     Por el Sr. Secundino da Fonseca.
     Miembro del Laboratorio de Taxidermia del Museo Argentino de Ciencias   
     Naturales

                                                               --.—

                                     Desde los tiempos más remotos, la humanidad se ha preocupado por la conservación de las cosas de la Naturaleza, fáciles a la descomposición. Ya lo vemos en el pueblo de los egipcios, que, con la momificación de sus reyes y demás seres queridos, han conseguido mostrar, hasta nuestros días, los vestigios de su civilización, no tan sólo en la escritura, en el arte esculpido o pictórico, sino también en la conservación de sus propios cuerpos. Los indígenas americanos, con el deseo, quizás de la eternidad o con la exhibición de trofeos de guerra, nos dan preciosos materiales que hoy enriquecen las salas arqueológicas de nuestros museos y cuya técnica de conservación está resultando, aun, motivo de estudios.
                                     No hay duda que, debido a la fácil corrupción de los tejidos orgánicos y a la hasta entonces carente habilidad del embalsamado, haya surgido la otra representación, la escultura y la pintura; actividades estas que han seguido un camino de vivo progreso y de acción francamente evolutiva.
                                     De todo eso, día a día, tenemos nuevos datos debidos a las investigaciones realizadas por la historia en sus diversos aspectos, y, el sólo análisis de cada una de sus etapas evolutivas, nos demuestra claramente que todo el eje de inspiración, ha sido la observación directa de la Naturaleza.
                                     La Taxidermia, termino griego formado por dos voces que exprimen los significados de: arreglo o colocación de la piel, se le da hoy día un valor sinonímico al de embalsamado; error  que quiero aclarar: el embalsamado consiste en la conservación de piezas anatómicas o de cadáveres completos, mediante sustancias aromáticas o de cadáveres completos, mediante sustancias aromáticas e inyecciones dadas en las venas con líquidos antipútridos. En cambio la taxidermia es el arte de tratar las formas de la Naturaleza animal, valiéndose de sus pieles convenientemente conservadas y presentándolas con  un aspecto de aparente realidad.
                                      Esto es lo que actualmente preocupa a los museos contemporáneos en una de sus variadas funciones, como la de conservar, estudiar y presentar aspectos de la naturaleza, con fines didácticos.
                                      Cabe, pues, agregar aquí, la voz griega de Mouseion, o sea el templo de las musas y que se destinaba, en la antigüedad, al estudio de los diversos contenidos del saber humano.
                                      Hoy, muy poco se han apartado de sus funciones primitivas, los museos; son templos en los cuales, la conservación, la investigación científica y la exhibición, forman su principal plan de acción. Para la primera y segunda función, la de conservar y estudiar, está el personal científico, cuyas investigaciones, realizadas en la propia Naturaleza y en los laboratorios con el material recogido y conservado en las numerosas expediciones, presentan, luego, sus resultados en monografías o publicaciones periódicas. Desde luego que estas funciones representan la parte vital de un museo y a ellas concurren todas las atenciones de su dirección; la otra función, la de exhibir, desempeña también un papel preponderante en la faz educativa de la sociedad y núcleos de estudiosos por lo mismo, debe estar atendida por un personal que supeditado al científico se encargará de enseñar y despertar también el deseo permanente de saber. A ello contribuyen la exhibición de la Naturaleza tal cual se refleja, sin mas retoques que los necesarios, para la debida conservación de sus piezas e inteligentemente rotuladas para mantener latente ese deseo de aprender, ya mencionado. Después de esto, que es el todo, debe añadirse el temperamento artístico y de buen gusto  para observar la Naturaleza en su faz mas bella y atrayente tal, como la describe el Dr. Eduardo L. Holmberg, en su siempre actual trabajo “ El joven coleccionista de Historia Natural en la Argentina”:- El montaje de las aves y mamíferos es una operación delicada, para la cual se necesita algo mas que el manual operatorio, porque además de las precauciones que exige, hay que ser algo artista, lo cual, si bien es un don natural, en su más alto grado, puede adquirirse en gran parte por al educación y el empeño.-
                                       En atención a aquello de la cual casi la totalidad de nuestros conocimientos entran por los ojos, debemos en tal sentido, prestar sumo cuidado y dedicarle toda nuestra capacidad para la fiel interpretación de la Naturaleza. Por ende la exhibición  en un museo será otra cosa que el libro minúsculo que la refleje en todo su esplendor y magnificencia. Es aquí cuando la taxidermia entra en acción en todo lo que de real y de arte tiene; y, por lo tanto, no se le puede asignar una función improvisadora ni tampoco establecer recetas para su práctica; su cometido es propio de los museos, los únicos capaces de interpretar los conceptos mencionados.
                                      Para el montaje de un cuadro biológico o “diorama” (actual modalidad seguida por los grandes museos) intervienen numerosos preparadores y artistas con el fin de atender una serie de dificultades.
                                      Estas pueden enumerarse en este orden,
Primero: delineamiento o boceto del diorama, el cual se hace en dimensiones reducidas, atendiendo al lugar y las proporciones donde se colocará en la sala de exhibición, y, sobre todo, de acuerdo a las referencias tomadas, del natural, por el propio preparador y complementadas por los jefes de cada sección.
Segundo: excursión al ambiente natural elegido para obtener el material zoológico y botánico, como así mismo los huéspedes de cada uno.
Tercero: apuntes fotográficos o cinematográficos, desde distintos ángulos de visión, para interpretarlos fielmente en laboratorio.
Cuarto: elección de las piezas y conservación de las mismas.
Quinto: reproducción de fondos escenografitos atendiendo a las perspectivas del conjunto y al lugar de exhibición.
Sexto: iluminación artificial buscando los efectos de naturalidad de acuerdo al momento de observación.
                                    Esto es, en síntesis, parte de lo estrictamente necesario que siguen los grandes museos para el montaje de unos de sus cuadros aparentemente dotados de vida. Falto aquí mencionar la parte manual que invierte mucho tiempo, como ser la confección de miles de hojas, flores, ramas, césped o piedras ratifícales; debiendo agregar, como en todo lo que se reproduce en un museo, que lo es artificial, en cuanto al material empleado para su elaboración, pero, natural en lo que se refiere a la fidelidad de su interpretación.
                                     Hasta ese momento tenemos, por decirlo, así, bosquejado el “escenario: faltan ahora los “actores” que completen este pedazo de vida de la Naturaleza, transportado a un local cerrado.
                                     Es esta tarea esencialmente de los taxidermistas, los cuales deben reunir, como ya lo dijera, a mas de su eficiencia técnica, aptitudes artísticas de pintor, modelador, escultor, y sobre todo, buen gusto e imaginación; la cual debe ser tomada en a medida de a fiel interpretación, sin caer en o vulgar ni tampoco descuidar las preferencias del publico visitante y las modalidades de la época.
                                     Aquí esta pues, juntamente con la inteligente rotulación y esquemas explicativos, el medio mas eficaz para mantener latente la curiosidad de ese publico, ávido de saber, y, aquí se cumple también la faz didáctica de un museo.
                                     Los Estados Unidos de America no ahorran esfuerzos ni recursos para el montaje de estos dioramas; y, su técnica ha llegado a tal perfección que difícilmente se llegue a superar.
                                     El Museo de Historia Natural de Nueva York, sin ser el iniciador, posee los grupos más notables y numerosos de este tipo de exhibición. Fue el celebre científico y preparador E. T. Booth, del Museo de Brighton, Inglaterra, el rimero quien presento cuadros biológicos, aprovechando su celebre colección de aves británicas juntamente con sus nidos, huevos o pichones y trozos de vegetales que le servían de apoyo. Algo mas tarde, y,  siguiendo las tareas iniciadas por Booth, el museo de Historia Natural de Londres también presento en exhibición cuadros biológicos, especialmente de aves. En los alrededores de Londres  se encuentra la ciudad de South Kensington, cuya celebridad se debe justamente a su museo, en el cual se hallan maravillosas presentaciones de este tipo. Fue allí donde se efectuaron reproducciones de pequeños especimenes, a gran tamaño, con fines didácticos y en los cuales los preparadores taxidermistas hicieron empleo de todos los accesorios más extravagantes, para conseguir los efectos de una justa replica.
                                     Pero donde encontramos soberbias preparaciones es en el museo Americano de Historia Natural. La gloria máxima corresponde a los cincuenta años de dedicación constante, prestada por el Dr. Frederic A. Lucas. sus mas de 365 trabajos escritos, los dedico casi exclusivamente a la exhibición en los museos, contemplando en ellos los progresos e innovaciones de cada época. Espíritu dinámico y de observación penetrante trato por igual los métodos de presentación de los seres más pequeños y las formas voluminosas;(los invertebrados y los grandes mamíferos). Al cumplir los cincuenta años de gloriosa labor el Museo de Nueva York publico la lista de sus numerosas contribuciones y datos biográficos, como justo homenaje.
                                     Llegados a este punto nos encontramos en la faz más actual de la taxidermia y, al solo nombrar a Mr. Carl E. Akeley, habremos dicho todo. Una mezcla armoniosa de artista refinado, naturalista sagaz y taxidermista inteligentemente personal., eso fue Akeley.
                                     Sus famosos cuadros biológicos pasaron los umbrales del Museo Americano, para ser la inspiración de los actuales museos. Diríase que este acabado artista ha tenido la virtud de transplantar  la Naturaleza  lugares cerrados. Diríase que este acabado artista ha tenido la virtud de transplantar la naturaleza a lugares cerrados, con tanta maestría que la misma se siente orgullosa de ser acariciada por virtuoso tan hábil.
                                     Esta evolución, reciente en cuanto a su perfección, también ha repercutido en nuestro ambiente. El  Museo Argentino de Ciencias Naturales ha salido d sus clásicas exhibiciones; y, si bien es cierto tales cambos, no han estado a la altura de estas instituciones, ello se debió sobre todo, a la falta de local adecuado; inconveniente   que actualmente se esta subsanando gracias al empeño tesonero de su Director, el profesor D. Martín Doello Jurado.
                                      Amplios salones bien orientados e iluminados se están construyendo, por secciones, en el Parque Centenario. Uno de ellos ya esta habilitado al publico y en el puede apreciarse algunas muestras de exhibición adaptadas a la nueva modalidad, con gracias y actitudes sorprendentes.
                                     Ya las innumerables aves y pajarillos bajaron de sus clásicos pedestales, lustrados, alineados como soldados, para posarse en ramas naturales, al lado de sus respectivos compañeros acurrucando  a sus tiernos hijuelos.
                                      La ferocidad del león, o a beatitud de la corzuela, dejaron de impresionar  al publico infantil, para ser hoy, motivo de admiración solaz de los entendidos.                   
                                      El acecho del zorro y la actitud tranquila de las perdices de la Patagonia, en un amiente de perfecta escenografilla, provocan en el publico, la estupefacción de un diorama bien conseguido. Y… la rencilla de los pingüinos, por la disputa del nido, del que mutuamente creen ser autores, rodeados de sus compañeros despreocupados, forma otras tantas felices realizaciones.
                                      Esto se deba labor y arte de su actual Jefe de Laboratorios de Taxidermia, D. Antonio Pozzi, nieto del primer preparador y artista, de igual nombre, que fuera contratado por el Director científico  Dr. German C. Burmeister, e hijo de Santiago Pozzi.
                                      Los tres han interpretado a las formas de la Naturaleza en actitudes tales, que sin formar cuadros completos, están sin embargo, tan respetado sus movimientos que, en cualquier momento puede recurrirse a  ellos para la adaptación de dioramas, La labor de Santiago Pozzi se distingue por la cantidad y la calidad, y el calor de su cariño aun se encuentra entre los que tuvieron la suerte de convivir con el y escuchar sus interesantes indicaciones.
                                      Hoy podemos decir con orgullo, como los norteamericanos, tenemos un Akeley, y, el es la familia Pozzi, creadora de la taxidermia argentina.

   Observación:

   Este manuscrito carece de fecha y ha permanecido sin ser publicado un poco menos de un siglo. Calculamos que el mismo fue escrito entre los fines de la década de 1930 e inicios de la década de 1940 cuando la construcción del edificio del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) estaba siendo  terminada,y, comenzaba la ardua tarea de dotar las salas de exhibición de dioramas. A través de este texto queda claro que la primera sala de exhibición del actual MACN en ser inaugurada, fue la de Aves situada en el primer piso del MACN y probablemente la segunda haya sido la de los mamíferos, situada en el mismo piso. Esa Sala de Aves fue, hace unos años, reemplazada por otra más moderna-

  Antonio Pozzi, 28? años, soltero,  Argentino,
  Preparador, empleado desde 1906 en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata desde 1898 hasta 1906, donde había sido Ayudante de Secretaría, desde I/86 con salario de $ 50. Posteriormente paso a trabajar en el Museo Nacional a los ordenes de Florentino Ameghino.
 Agradecimientos: al Sr. Juan Saravi Platero por la donación de importantes documentos archivados de la familia Pozzi.