lunes, 15 de abril de 2013

Florentino Ameghino: Un pionero de la investigación

Texto compilado por Hugo P. Castello, 2013.  MACN: en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".

Autor: Dr. Rosendo Pascual, Diario El Día

Mucho es lo que se ha dicho y escrito sobre Ameghino y su obra, pero creo que todavía quedan algunos puntos salientes de ellos que no han sido debidamente juzgados. Muchas falsas ideas han circulado sobre Ameghino, tanto en el pueblo en general como en los más selectos medios científicos, oscilando desde una infundada y casi mística adoración hasta el igualmente infundado denuesto. Esto solo ya lo hizo famoso en algún momento de la última parte de su vida, tanto como en los años que siguieron a su muerte en 1911. Yo creo que la más justa y desapasionada crítica de su vida como investigador de la Paleontología argentina fue hecha por el Dr. George Gaylord Simpson, famoso paleontólogo norteamericano, que no sólo conoció su producción geológica y paleontológica, sino uno de los pocos que siguió en Patagonia los pasos de Carlos Ameghino, por directa y desinteresada indicación de éste. Carlos, como veremos, fue la mano derecha de Florentino, y el autor de las observaciones geológicas y recolección de los vertebrados fósiles del Terciario (primera parte de la Era Cenozoico) de la América meridional (Patagonia) que en el mundo científico moderno sellaron como indeleble el mejor ganado prestigio del nombre Ameghino. De allí que el título de la sucinta cuan enjundiosa biografía crítica de Simpson fuera "The work of the Ameghinos" (El trabajo de los Ameghino). Su objetividad y justeza es tal que el debido reconocimiento exige si no la transcripción al menos la expresión sucinta de algunos de sus juicios.

Cuando los hermanos Ameghino iniciaron sus carreras, Florentino fue un oscuro maestro de escuela provincial, sin ninguna formación científica formal o educación superior. Carlos, su hermano menor, tuvo sólo la básica formación escolar. Sin embargo, ellos revolucionaron la geología de América del Sur, escribiendo uno de los más importantes capítulos de la historia de la Tierra. La contribución de Carlos probablemente es menos apreciada y conocida, aun hoy en día. Florentino nunca dejó de reconocer lo que debía a su querido hermano, pero fue él quien publicó los resultados de la investigación de ambos y por ello devino conocido como el gran científico. Tanto es así que "Ameghino" significó siempre Florentino.

Florentino se dedicó primeramente a la "prehistoria" del Hombre Americano, equivocadamente empeñado en demostrar su antiquísimo origen de primates sudamericanos, y terminó por adentrarse en el estudio de las formaciones geológicas modernas -geológicamente hablando- de la pampa que contenían sus restos para, consecuentemente, derivar en el estudio de los mamíferos especialmente, pero con menor intensidad de todos los demás vertebrados que convivieron con ellos. Así se incrementó su particular interés sobre el origen de los sedimentos de lo que él reconoció como Formación Pampeana, incluyendo aquéllos no portadores de "su" pretendido hombre fósil, y que hoy reconocemos como más antiguos, pero de una génesis geológicamente relacionada a aquéllos, y que bien justificaron su inclusión en su Formación Pampeana. Especialmente el estudio de los mamíferos de su Formación Pampeana lo introdujeron en el estudio de sus orígenes filogenéticos, que, naturalmente, lo fueron llevando a la prospección, exhumación y estudio de los más antiguos antecesores que iban apareciendo en todo el territorio argentino. Y es ésta la orientación que terminó por convertirlo en el mejor paleontólogo de su época en el conocimiento de la historia evolutiva de los mamíferos sudamericanos, como dijo Simpson, uno de los más importantes, y yo diría único, capítulo de la historia de la Tierra. Y aquí comienza a hacerse grande la figura de su hermano Carlos, para terminar constituyendo con Florentino un inigualado e indisoluble equipo humano, cuya consecución "was one of the most remarkable in scientific history" (fide Simpson, 1948), esto es, "fue uno de las más remarcables en la historia científica". Con sus esfuerzos e inteligencias aunados terminaron por echar las bases del conocimiento geo-paleontológico del extremo austral del continente sudamericano: Carlos en el campo y Florentino en el gabinete proveyeron la más rica y trascendente documentación jamás lograda por la distinta pero integrada labor científica de sólo dos hombres: el conocimiento fundamental de la geología y de la paleontología de la porción sudamericana comprendida entre el Trópico de Capricornio y el Estrecho de Magallanes.

Los Ameghino habían construido los primeros peldaños de la escalera que los condujo, directa o indirectamente, a reconocer la ubicación de las cuencas petrolíferas patagónicas y sus potencialidades. No titubeo en considerar a esta parte de la obra de "los" Ameghino como la más trascendente. Si bien merecieron justas críticas adversas, todas ellas fueron más el producto del avance del conocimiento que de errores como fue dable hallar en el resto, especialmente en aquélla parte de Florentino relativa a la supuesta gran antigüedad, origen y filogenia del hombre en el continente sudamericano, que con tanta fiereza defendió Florentino, en respuesta a igual fiereza iniciada por algunos de sus críticos, muchos de ellos malintencionados y usando muchas veces argumentos equivocados. Lo cierto es que tanto las observaciones en el campo, por ambos hermanos en la región pampeana y por Carlos en la Patagonia, como el estudio de los vertebrados, en especial los mamíferos fósiles terrestres por Florentino, les permitieron descifrar casi la total secuencia del Terciario y el Cuaternario extra-cordillerano del territorio argentino, que pasó a ser modelo -y en mucho lo sigue siendo- para el continente sudamericano todo.

Carlos, el menor de los hermanos, fue quien correctamente descifró la casi total secuencia del Terciario temprano y medio de Patagonia. Las tremendas dificultades físicas y las privaciones involucradas sólo pueden ser imperfectamente apreciadas por aquéllos que han viajado por la Patagonia central sobre rutas y en automotores, por lugares en los que Carlos tuvo que hacer sus propios senderos, o usar los senderos de los indios que colaboraron con él, sea a pie sea a lomo de equinos. La geología es excepcionalmente confusa. Como lo dijera Simpson, es evidencia de esto que muchos geólogos, académicamente entrenados como no lo fue Carlos, y contando con la ayuda de sus pioneros trabajos y con muchas mejores facilidades de las que él contó, fallaron en el reconocimiento de las secuencias estratigráficas correctas _y aún lo inculparon de sus propias fallas!-. Decía Simpson que él estuvo sobre los terrenos que estudiara Carlos y que había controlado prolijamente lo que por su cuenta escribió su hermano Florentino, y que falló en hallar algún error de real valor en cualquiera de sus observaciones de campo.

Florentino Ameghino fue un ilustre ciudadano platense, porque al fundarse el Museo de La Plata a fines de 1886 fue llamado por F.P.Moreno, su fundador, a ocupar la Subdirección y Secretaría del mismo, y como tal se convirtió además en el fundador del Departamento de Paleontología. A su instancia su hermano Carlos fue nominado Naturalista Viajero. Es entonces cuando éste comienza sus expediciones geo-paleontológicas a la Patagonia, que poco durarían en tal carácter porque, al año del nombramiento de su hermano, la desinteligencia de éste con el Director determinó el alejamiento de ambos. Pero, Florentino se hallaba tan unido a La Plata por una gran simpatía que no la abandonó más, pasando aquí sus últimos días. Nombrado desde 1902 Director del Museo de Historia Natural de Buenos Aires su peculiar figura era conocida por los platenses cuando a las mañanas se dirigía a la estación, y al anochecer cuando regresaba, después de haber asistido a su despecho de Director del Museo Nacional. Desde el año 1892 tenía instalado en La Plata una librería bajo el nombre de "Rivadavia", en la esquina de calle 60 y 11, en cuyo edificio actual nos tocó colocar una placa recordatoria. De las seguramente escasas ganancias que obtuvo de ese negocio surgieron los fondos para que Carlos continuara sus fructíferas expediciones a Patagonia. Y aquí murió, por efecto de una diabetes que nunca quiso tratar, a pesar del más que insistente ruego de sus amigos, particularmente de su querido Dr. Spegazzini.

Parafraseando a R.Dawkins, pareciera que el mundo está dividido entre cosas que parecen haber sido diseñadas por "alguien" (alas, ruedas de un automotor, corazones y televisiones), y cosas que simplemente aparecen por el "involuntario" trabajo de los fenómenos físicos (montañas y ríos, dunas de arena, y los sistemas solares). Ameghino, como Charles Darwin, se movió en la última de esas dos divisiones. Él siguió descubriendo, como lo hiciera Darwin, la manera por la que las autosuficientes leyes de la física hacen que las cosas "simplemente sucedan", y en la plenitud del tiempo geológico lleguen a imitar deliberados diseños. Él fue no sólo el primer científico argentino -como lo calificara nuestro Premio Nobel Bernardo Houssay en una reunión del Directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, a la que asistí como miembro-, aquél que, por primera vez, no sólo hizo que la investigación de un argentino trascendiera las fronteras de nuestra patria, sino que estuvo entre los primeros que a nivel global adoptara rigurosamente la doctrina evolucionista de Darwin, en un momento en que muchas de las más prominentes personalidades del mundo científico se burlaban, dudaban o simplemente rechazaban los argumentos del "transformista" Charles Darwin. Ameghino decía (tomado de "Obras Completas y Correspondencia Científica de Florentino Ameghino"): "Hace cosa de unos ocho o diez años, si mal no recuerdo, mis manías transformistas les parecían a mis amigos tan ridículas, que no podían creer en mi afirmación de que había un Darwin y un Huxley que las sostenían públicamente y me las atribuyeron como propias. Decididos a apartarme del camino del Infierno, para conseguirlo resolvieron ponerme en ridículo. Publicábase por entonces un diario satíricoburlesco, titulado "El Cencerro", del que solo aparecieron unos cuantos números. Un día recibí bajo sobre un ejemplar: había en él un gran número de palabras dispuestas en laberinto y con el siguiente título encima: "Lección de zoología moderna por el profesor Ameghino". Días después, un amigo que juraba no ser el autor de la gracia, que poco me preocupaba, me mandó la clave para su lectura. No recuerdo textualmente su contenido, pero era en sustancia lo siguiente: "Los hombres antes del Diluvio Universal eran cuadrúpedos y sólo después se hicieron bípedos. Estas ideas, que para ridiculizarme estamparon con palabras vulgares y hasta podría decir groseras, son, al fin, las verdaderas y las mismas que profeso actualmente".

Ese discurso publicado en el año 1882 fue ulteriormente prólogo de su libro "Filogenia" (1884), que despertó juicios tan justos como injustos, siguiendo la tendencia que en el mundo entero siguió su obra toda, y lamentablemente no solo por dotados críticos, sino por quienes eran y son legos absolutos u opositores por imitación de quienes siguen considerando su obra como una blasfemia, y a él como condenado al camino del Infierno _donde debe estar yaciendo en brazos de Lucifer, el príncipe de los ángeles rebeldes. Yo, como cristiano, y como Galileo, me cuesta creer que Dios, que nos concedió la gracia del sentido, de la razón y el intelecto haya pretendido que olvidemos su uso. Solo deseo terminar con este breve recordatorio haciendo mías las palabras de Víctor Mercante (Doctor Florentino Ameghino. Su vida y su obra): "Este hombre -y yo agrego, como su hermano Carlos-, consagrado durante cuarenta años al trabajo, a la investigación, al pensamiento; extraño a los halagos de la vida fácil, modesto, probo, sin envidias, sin odios, sin ambiciones que no fueran nobles, hijo de sus obras, como los grandes civilizadores, es el ejemplo más puro que podemos ofrecer de voluntad y dedicación a la juventud argentina _porque Ameghino como Sarmiento, es la escuela de los que se hacen (hicieron) solos", en un momento en que su formación académica universitaria en el campo de la Paleontología era imposible.

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