lunes, 15 de abril de 2013

Frente a la Tumba del Sabio


Texto compilado por Hugo P. Castello, 2013.  MACN: en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".

Ciencia Hoy:  Volumen 8 - Nº47 - Julio/Agosto 1998
La Sociedad Physis tampoco dejaba de saludar la divulgación de la obra de Ameghino que realizaban Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas mediante los elogios públicos; José Ingenieros a través de la Revista de Filosofía y la serie La cultura argentina, y el gobierno de la Provincia de Buenos Aires con la edición oficial de las Obras Completas y correspondencia científica. En La cultura argentina, Ingenieros entre 1915 y 1919 reeditó La antigüedad del Hombre en el Plata, Filogenia, una selección de escritos realizada por Torcelli, llamada Doctrinas y descubrimientos, y un compendio explicativo de las doctrinas de Ameghino dedicado "a los maestros de escuela". Rojas, por su parte, lo proclamó un arquetipo de la argentinidad y hablo' "de las señales de Dios hacia el pueblo argentino" expresadas en las revelaciones del sabio. Lugones, siguiendo a su admirado Cuvier, retomó la tradición francesa del "elogio" para cuestionar los rumbos de la política contemporánea a través de la gloria del homenajeado. Así, el "Elogio de Ameghino" se cierra invocando al gobierno de la razón y a la religión de la verdad, pero destacando la impracticabilidad de lograrlo con la ley electoral ya vigente. Physis no mencionó estos aspectos del Elogio sino la calidad de la pluma que se ponía al servicio de un naturalista. En 1916, Physis aplaudió también la primera pieza de teatro inspirada por la vida del sabio: Los astros, un drama o comedía -dudaba el redactor de la crónica- de José León Pagano, basada en la biografía de Ameghino y con ciertas pretensiones de parábola filosófica. Para los responsables de Physis, la celebración de la generación anterior por parte de los literatos y políticos parecía ser una promesa de la relación indisoluble entre ciencia y nacionalidad.





Durante una expedición al Chaco, el fotógrafo Lucio Correa morales tomó esta fotografía, en la que aparecen Ameghino (izquierda), Eduardo L. Holmberg (de pie) y Federico Krutz (derecha con una copa en la mano).

Por otro lado, Ameghino pasó rápidamente a ser un personaje de los libros de lectura, de educación moral y cívica publicados por editoriales argentinas, los cuales empezaban a ser escritos por los maestros normales o profesores de las secciones pedagógicas universitarias locales. Ernesto Nelson, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, fue uno de los primeros en incluirlo en un libro de lectura como ejemplo de conducta y de hombre virtuoso e independiente, recurriendo a parábolas morales al estilo de los catecismos cívicos (ver "Ameghino como ejemplo moral y cívico"). En 1913, José María Aubin, maestro normal cuyos textos tenían gran éxito en la editorial Estrada, había incorporado a Ameghino en Destino, cuarto libro de lectura, como símbolo de "una gran vida y un noble ejemplo". Allí Aubin resumió la biografía escrita por Ingenieros, a la vez que presentaba su vida y obra, emparentándolo con Belgrano a partir del suelo de sus antepasados: la tierra de Oneglia, en la provincia de Génova. A la enumeración de todas sus publicaciones -en el orden y en el momento biográfico en que aparecieron- le sigue el significado que tales obras tuvieron, en tanto la mayor gloria que le otorgaban progresivamente a la ciencia argentina. Pero ya antes de su muerte, el tópico del autodidactismo de Ameghino apareció en los libros de metodología normal: en 1908, Senet definía, en sus lecciones para los maestros, las formas de educación. La primera, es decir la individual o espontánea, correspondía a la que se dan a sí mismos los talentos, los genialoides y geniales. Los tres ejemplos históricos eran, Valentín Duval, Ameghino y Sarmiento.
Un aspecto particular del culto a Ameghino surge al comprobar que este fue disputado como padre fundador no sólo por los docentes, sino también por varias asociaciones profesionales y adscripto a gremios con los que el "sabio" tampoco se hubiese identificado. Así, en la reseña necrológica de La Vanguardia, Ameghino aparece como ferroviario, el gremio paradigmático del partido socialista argentino. Ricardo Rojas, a su vez, lo consideró como piedra fundacional de la tradición moderna de la literatura argentina y la Revista de Filosofía de José Ingenieros publicó fragmentos del "Credo" de Ameghino transformándolo en filósofo. El grupo "Ars" de La Plata manifestó que el monumento que el gobierno pensaba erigirle a Ameghino debía ser realizado por Rogelio Yrurtia, esgrimiendo que la argentinidad del sabio sólo podía ser plasmada por un artista que por comunidad de suelo supiera interpretar este espíritu. El grupo "Ars" atacaba los proyectos -que como el del monumento a la independencia nacional- habían sido encargados a escultores extranjeros. En suma, a fines de la década de 1910 existía en la Argentina una corriente que fue llamada "ameghinismo" basada principalmente en el culto al "santo laico" y en la difusión de su doctrina. La empresa de probar o refutar sus hipótesis o demostrar su nacimiento en Luján congregó a periodistas, científicos, militares, políticos, sacerdotes, durante los veinte años que siguieron a la muerte de Florentino Ameghino.
En 1916 surgieron controversias desde el Seminario de El Salvador, el "Ateneo del Plata", la casa editorial Alfa y Omega, y la revista Estudios, dirigida por Attilio dell'Oro Maini y Gustavo Martínez de Zuviría a través de conferencias, sucesivos artículos y publicaciones. Muchas de las críticas las firmaba el Padre José María Blanco, profesor de Historia Natural en el Seminario, que -a veces- publicaba con el seudónimo de Graco Nebel. El blanco principal fue el proyecto sostenido por los socialistas en La Vanguardia y en las cámaras de la provincia de Buenos Aires para construir el centro de peregrinación de la juventud en la casa natal de Ameghino. Su nacionalidad fue cuestionada: mientras los católicos insistian que había nacido en el Reino del Piamonte, los socialistas respondieron argumentando que semejante infamia tenía su origen en un viejo ataque de Ameghino al culto de la Virgen de Luján.
El Padre Blanco también se encargó de difundir las criticas que se publicaban en revistas científicas francesas y estadounidenses sobre la obra de Florentino y Carlos Ameghino, referidas a la antigüedad de los hallazgos de la costa atlántica bonaerense. Recordemos que entre 1918 y 1919 Carlos Ameghino -director interino del Museo Nacional en el período 1917-1923- se había convertido en difusor de las ideas de su hermano respecto de la existencia del hombre mioceno de las pampas y presentó la evidencia a la Sociedad Physis. Carlos Ameghino creía que mientras Europa se hallaba habitada por una raza inferior, la de Neandertal, América estaba poblada desde antes o contemporáneamente por una raza de hombres que, a juzgar por el instrumental encontrado en Miramar, sólo era comparable al Homosapiens. Blanco, por su parte, trataba de convencer a sus lectores de una especie de conjura en el país para evitar el reconocimiento de los errores del sabio y engañar a los docentes, combinando estos argumentos con la crítica a ciertas ideas evolucionistas. Cierto era que las investigaciones de los continuadores de Ameghino eran objeto de controversia y de duda y que, en el marco de la geología y la antropología, este debate era gobernado por el fantasma del consagrado sabio nacional. En 1921, uno de los artículos de Blanco atacó directamente al corazón del ameghinismo: calificando los hallazgos presentados por Carlos Ameghino y su ayudante Parodi como farsa y mistificación, le exige a la comunidad de científicos que tome posición en el asunto. Eric Boman, un arqueólogo sueco radicado en Buenos Aires, responde y llama a discutir en el seno de la ciencia, dejando de lado los aspectos sensacionalistas sobre Ameghino y el falso orgullo por poseer los hallazgos más antiguos.
Finalmente, el 26 de julio y el 2 de agosto de 1924, la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales convocó a discutir una nueva interpretación de la edad de los estratos. Al debate metodológíco entre paleontólogos y estratigrafos se unieron las impugnaciones acerca de la legitimidad de los científicos extranjeros a insertarse en la tradición de investigación nacional fundada por Florentino Ameghino. En las sesiones hubo acusaciones de xenofobia "acentuada con la amenaza moreiresca o el desplante arrabalero", de querer erigir la memoria de Ameghino en símbolo de nacionalidad y de utilizar argumentos efectistas. La clausura del tema quedó garantizada no sólo por la jerga científica, sino también por el traslado de las investigaciones a zonas donde fuera geológicamente más fácil determinar la edad de los estratos.
El culto a Ameghino, sin embargo, ya tenía garantizada su independencia. La industria del texto escolar reprodujo su biografía por décadas, al igual que algunas de las anécdotas sobre la modestia del sabio quedaron acuñadas por siempre en las revistas para el público infantil. El ameghinismo tuvo otros momentos de auge. El segundo sucede alrededor de 1936 en el 15° aniversario de su muerte, con un nuevo enfrentamiento entre católicos y socialistas. El tercero culmina en el Congreso Mundial Ameghiniano de 1954 realizado en Luján, San Antonio de Areco, Mercedes y Mar del Plata. Fue entonces cuando la figura de Ameghino se tomó un héroe patagónico y la identidad de los dos hermanos se fundió en un solo personaje. El centenario del nacimiento de Ameghino se festejó no sólo en Luján: en efecto el 6 de septiembre de 1954, como parte de los primeros pasos hacia el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y la Unión Soviética, el sabio laico argentino fue homenajeado en los salones del Museo Politécnico de Moscú. Organizada por la Sección Ciencias Naturales de la Sociedad de Relaciones Culturales con el Extranjero y por el Instituto de Paleontología de la Academia de Ciencias de la URSS, la sesión estuvo presidida por el retrato de Ameghino y por el embajador argentino Leopoldo Bravo. Las biografías y los elogios acuñados hacía cuarenta años se repitieron para celebrar esta vez, el futuro de amistad internacionalista a través de la ciencia.
PEREGRINACIÓN
A LA TUMBA DEL SABIO
"Por la tarde se realizó la visita de los estudiantes bonaerenses. Una presentación numerosa de los distintos colegios nacionales llego a La Plata en el tren de la una, para trasladarse a la necrópolis y reunirse allí frente a la tumba del sabio. Fueron recibidos en la estación por un grupo de estudiantes del colegio Nacional que, con ellos se trasladaron al cementerio en tranvías expresos.
Frente al panteón de la Asociación de Maestros donde se guardan los restos de Ameghino, se congregaron alrededor de trescientas personas ... Terminado este de acto los estudiantes visitaron las aulas, laboratorios e internados del Colegio Nacional"
El Día, La Plata,7 de agosto de 1913,página 4

HIMNO FLORENTINO AMEGHINO.
HIMNO OFICIAL DE LA UNIVERSIDAD
FLORENTINO
AMEGHINO
Letra de Marcos J. Ferraris
Música de Samuel Casarino

Primera parte
Tu nombre es el lema, ilustre Ameghino
que ostenta y aclama, la Universidad.
Y es timbre de gloria, del pueblo Argentino
que esculpe en el bronce, de la Eternidad.
Segunda Parte
Los hombres y niños, que van a las clases,
do guardan su efigie, con creciente amor,
son hijos del pueblo, y aprenden las bases,
que forman patriotas de arraigo y honor.
Coro
Maestros y alumnos: unidos marchemos,
cantando al gran sabio, con aire marcial.
Vivemos su nombre: con ansia entonemos
Un himno de gloria, viril, y triunfal.
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